El suelo hidráulico es un tipo de pavimento que ha dejado una profunda huella en la historia de la arquitectura y el diseño interior. Estos suelos, caracterizados por sus patrones geométricos y colores vibrantes fueron especialmente populares durante el siglo XIX y principios del XX. Aunque con el tiempo su uso se fue reduciendo, en las últimas décadas ha resurgido su popularidad, convirtiéndose en una joya arquitectónica muy apreciada en la actualidad. Sin embargo, el paso del tiempo y el desgaste pueden haber dejado su marca en estos suelos, razón por la cual el pulido de suelo hidráulico y los profesionales que lo llevan a cabo son esenciales para rescatar su belleza y esplendor originales.

¿Qué es el pulido de suelo hidráulico?

El pulido de suelo hidráulico es un proceso de restauración que busca devolver el brillo y la apariencia original a este tipo de pavimento. Estos suelos están compuestos de baldosas de cemento pigmentado y decoradas con diseños diversos, lo que los hace únicos y atractivos. A lo largo del tiempo, factores como el tráfico constante, la humedad y la falta de mantenimiento pueden causar desgaste, arañazos y pérdida de brillo en estas superficies. Por lo tanto, el proceso de pulido del suelo hidráulico implica varias etapas cuidadosas:

  1. Limpieza a fondo: los profesionales comienzan por limpiar minuciosamente el suelo para eliminar polvo, suciedad y cualquier otro residuo acumulado.
  2. Reparación de daños: si existen baldosas rotas, desprendidas o dañadas, se lleva a cabo la reparación o sustitución de las mismas.
  3. Pulido: utilizando maquinaria especializada, los profesionales proceden a pulir la superficie de las baldosas para eliminar arañazos, manchas y marcas de desgaste.
  4. Sellado y acabado: para proteger el suelo hidráulico y realzar su belleza, se aplica un sellador adecuado que aporta brillo y prolonga su vida útil.